Dánae recibiendo la lluvia de oro
Tiziano, siglo XVI
Museo del Prado (Madrid)
El tema representado es el mito que relata cómo Zeus hubo de
transformarse en lluvia de oro para seducir a la bella Dánae. En la pintura, la joven Dánae, a la que en el
lecho acompaña un perro, contempla cómo cae sobre ella la lluvia de monedas,
mientras su sorprendida y avariciosa sirvienta intenta recoger en su delantal
la mayor cantidad de ellas. La blancura del cuerpo de Dánae contrasta con el
cuerpo oscuro y retorcido de la sirvienta, y ambas se destacan sobre un fondo
dorado.
Dánae
es hija del rey de Argos Acrisio.
Como Dánae deseaba un hijo, Acrisio fue a consultar al oráculo, el cual le
predijo que, en efecto, su hija daría a luz un hijo, pero que él moriría a manos de su nieto. Para impedir el cumplimiento del oráculo, Acrisio mandó construir una
cámara subterránea de bronce en la que encerró a Dánae, poniéndole una buena
guardia. Pero nada pudo evitar que Dánae fuese seducida, según la mayoría de
los mitógrafos, por Zeus, en forma de una lluvia de oro que, por una grieta del
techo, cayó en el seno de la joven. Al saberlo Acrisio, encerró a su hija y al
recién nacido en un cofre, que arrojó al mar. El niño se llamaba Perseo y
estaba destinado a realizar innumerables gestas, así como, sin querer, en una competición de lanzamiento de disco matar a su abuelo.
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